Juan Bautista de San Miguel Arcángel.
Hermano del fundador, Pablo de la Cruz, no solo de sangre, sino sobre todo de espíritu e ideales. Vive al unísono con él el carisma de la Congregación. Siempre cerca de él como apoyo, ayuda y consuelo en las grandes dificultades que encontraron al inicio de la Congregación.

Inseparable en la penitencia austera, en la oración continua, en el anuncio de la Palabra de la Cruz. Pablo quiso que fuese su director y confesor durante más de treinta y cinco años y se confió a él “como un niño”. Juan Bautista tiene el don del éxtasis y de las lágrimas.